Hay ocasiones en las que nos empecinamos en
llegar a un sitio, y tratamos de orientar todos nuestros esfuerzos hacia la
consecución del objetivo propuesto.
Esto no tendría nada de negativo de no ser
porque, en algunos casos, la fijación puede ser tal que terminamos por frustrarnos
si no vemos el avance anhelado en un tiempo satisfactorio (a menudo, reconozcámoslo,
más corto del que cabría esperar con la actitud tan restrictiva que estamos
teniendo).
La peor consecuencia que puede tener esta
frustración, y que se da a menudo, en mi caso al menos, es que la tensión
derivada de nuestras ansias por querer llegar y ver que no llegamos produzca un
bloqueo de nuestros sentidos, de forma tal que al final somos nosotros mismos los
que nos cerramos puertas, no siendo capaces de analizar la situación con un
foco más amplio que nos permita buscar vías alternativas que den la vuelta al
parón en el que nos hayamos dolorosa y, desde nuestro sentir, injustamente atascados.
Esto hace que entremos en una espiral descendente de frustración-bloqueo-más
frustración-más bloqueo que se alimenta de cantidades ingentes de energía mental
y dolor, inútilmente desperdiciados. O
no.
Hasta que un día, ya sea por exceso de “requemazón
mental”, por un cambio de aires o por un detalle insignificante que de la forma
más inesperada nos hace ver la luz, nos relajamos, conseguimos ver las cosas
con otro prisma y decidimos disfrutar del camino, por largo y tortuoso que éste
sea. Sin prisas desmesuradas. Sin angustias. Sin que el miedo al fracaso sea más fuerte que
nosotros.
Y
entonces empiezan a hacerse visibles senderos que antes permanecían ocultos por
el exceso de polvo levantado. No sabemos si nos llevarán donde queremos, pero
al menos nos brindan la posibilidad de comenzar a andar de nuevo.
Hoy siento que empiezo a enfocar algunas
preocupaciones que me traían y traen de cabeza de otra manera. Hace tiempo que una
maraña de ansias nocivas enturbiaba mi mente y no me dejaba pensar con
claridad, pero hoy puedo afirmar serena que:
He sacado fuerzas para perder el miedo a
perderme.
He conseguido relajarme.
He conseguido interiorizar que tengo que dejar
que las cosas fluyan.
No puedo afirmar que no volverá a ocurrir,
pero por esta vez y espero que por un tiempo, he conseguido salir y siento que
un nuevo comienzo tiene lugar.
Feliz noche a todos.
Precioso rinconcito el tuyo, y preciosas palabras las que usas para expresarte...
ResponderEliminarSi no tienes inconveniente me iré paseando por aquí ...
Besines
Es todo un halago por tu parte dana, muchas gracias. Y siendo encima la comentadora number one... doblemente gracias!
EliminarUn beso y pasa cuando quieras, estás en tu casa.
En el caminar de la vida a veces cuesta ver el horizonte, pero en ningún caso hay que dejar de buscarlo.
ResponderEliminarSaludos
Completamente de acuerdo efe{LL}, el problema es cuando no sabemos dónde buscar, o nos obsesionamos haciéndolo donde no hay nada... Y al final se intuye el camino, pero hasta que se ve!
EliminarUn saludo y gracias por tu aportación. Vuelve cuando quieras.