miércoles, 15 de mayo de 2013

La sumisa insumisa

background imageHacía tiempo que tenía ganas de novela bedesemera y, finalmente, me decanté por ésta, de Rosa Peñasco, guiada por las buenas críticas que, en general, había leído de personas "del mundillo". Antes de seguir, sólo comentar que es un libro que se editó por primera vez en 2006, y aunque se ha vuelto a editar recientemente tras la invasión literario-fetichista que ha supuesto el ensombrecido Grey, no es fruto de ésta.

La historia gira en torno a una treintañera que empieza a curiosear en el mundo de los chats de temática bdsm, en los que además de darse cita personas con esta inclinación, pulula el consabido enjambre de personajes adicionales que suele vagar por estos sitios. Lo que empieza como un juego, poco a poco va convirtiéndose en algo más cautivador a medida que la protagonista va experimentando los vínculos que se pueden crear cuando se conoce a una persona con la que tiene feeling y que, además, se toma el tema en serio.

Una de las cosas que más me atrajo fue el hecho de que se hilara la trama desde un contexto virtual, pues es un tema sobre el que no hay mucha literatura y, además de ser algo actual y más o menos familiar para la mayoría de personas con interés en este tipo de relaciones, es bastante más realista que el manido cruce casual con un hombre malo malísimo pero encantador que con sólo mirarte un segundo sabe que eres sumisa y, con mirarte otro más, te deja flasheada para siempre.

En líneas generales, he de confesar que el libro me ha decepcionado un poco. Personalmente, no he conseguido conectar con el personaje de la protagonista, cuyo pretendidamente ingenioso sentido del humor, lejos de resultarme tal, ha llegado a parecerme algo cansino. Por otro lado, los personajes resultan bastante planos, habiendo pasajes que sólo demuestran una precipitada ingenuidad/irresponsabilidad por parte de cada uno de los protagonistas, lo que hace que tanto las acciones como las sensaciones resulten bastante poco creíbles. Sin embargo, hay que reconocer positivamente la frescura del contexto y la intención de dar una imagen cercana y amable de los Dominantes, lo que no suele ser muy habitual, así como la falta de juicios de valor acerca de esta forma de relaciones.

En definitiva, un libro de lectura ligera y amena, que muestra con humor y normalidad situaciones a las que seguro que la mayoría nos hemos enfrentado, pero que, al menos a mí, no ha conseguido calarme mucho más allá de eso. Demasiado poco para 400 páginas.

domingo, 5 de mayo de 2013

Rebeldía... ¿deliberada?

A raíz de varias conversaciones y lecturas, últimamente me he topado una y otra vez con el tema de las provocaciones y la falta de obediencia por parte de la sumisa, lo que hace que los Dominantes que las frecuentan se lo piensen dos veces a la hora de ponderar sus aptitudes para la sumisión. He de confesar que mi sorpresa es mayúscula cada vez que un Dominante dice que quiere algo estable e intenso, para afirmar seguidamente que lo que más aprecia es la obediencia y docilidad que, por supuesto, tienen que venir de serie porque, ¿qué clase de sumisa poseerían si no? Pues… la verdad… lo siento pero algo se me escapa entremedias.

Dentro de las múltiples maneras de vivir el bdsm, personalmente encuentro, muy a grandes rasgos, dos grupos: los que viven su rol con una persona en particular como algo limitado en el tiempo, es decir: quedamos, tú mandas, yo obedezco, pero si luego sale la fiera que llevo dentro, ya no estamos en sesión, ya no interpretamos un papel, así que aquí paz y después gloria. Y la otra, aquella en la que el rol entre las dos personas se mantiene de forma continuada, lo cual no quiere decir que esté siempre ejerciéndose, pero sí que está latente. Que aunque de una forma más relajada, se siguen cuidado las formas, los gestos, el tono de voz, los detalles. Sin entrar en si esto último sería lo que algunos entienden por una relación 24/7 (cada uno lo verá de una manera y tampoco considero que sea de capital importancia para el tema tratado), hablo fundamentalmente de dos personas que han establecido entre ellas una forma de relacionarse que siempre es Dominante/sometida, no sólo motivada por un pacto previo, sino por una autoridad interiorizada por ambas partes que impregna por completo la relación, si bien dicha autoridad se manifiesta de forma más o menos acusada según las circunstancias. En los dos casos existe la posibilidad de que la sumisa muestre signos de rebeldía, sin embargo… ¿es en ambos casos una provocación? Y de ser así ¿es siempre premeditada, racional? ¿Cuál es el origen y la finalidad de este comportamiento?


La diferencia entre un caso y otro radica, desde mi punto de vista, en el nivel de intimidad de la sumisa al que el Dominante quiera acceder, y al que la sumisa quiera (y consiga) llegar a dar acceso. Si la relación D/s está limitada al ámbito de las sesiones, será considerablemente más fácil para la sumisa comportarse dócilmente, ya que los momentos se pactan de antemano, e independientemente de si los participantes de conocen mucho o poco, a priori parece más fácil mostrar sumisión durante un tiempo limitado y más o menos previsto de antemano, que hacerlo en los momentos en los que no te apetece, has tenido un mal día, estás cansada, etc. En este caso, las provocaciones que se den, se deberán en su mayoría (o al menos así lo veo), por una voluntad  de crear un duelo de tira y afloja por parte de la sumisa, que el Dominante podrá tolerar o no en función de si disfruta de este tipo de batallas y de lo que espera obtener de la sesión. Para gustos, colores. En este caso, la puntualización de “no me gustan las sumisas que provocan” podría entenderse como una preferencia de juego más, como una opción. Como el que dice que prefiere tales prácticas a tales otras. 

Sin embargo, ¿qué sucede en caso de que el Dominante quiera explorar todos los rincones del alma de su sumisa? ¿Es realista esperar que una persona se someta de buenas a primeras y sin rechistar jamás a los designios de su Amo? Y en caso de ser así ¿cómo sabría éste que la habría dominado, que la habría domado porque es Él y no cualquier otro? Personalmente, considero que, de forma inevitable, en este caso se darán manifestaciones de rebeldía bastante más contundentes que en el caso anterior, pero no ya provocadas por un afán “juguetón”, sino por el instinto más fuerte de todos: el instinto de supervivencia. Sería iluso pensar que hay quien no tiene temores, traumas e incoherencias, por muy fuertes, decididas y seguras que parezcan algunas personas. Precisamente por este motivo, parece lógico que una persona se resista a que otra penetre los rincones más celosamente salvaguardados de su interior pues, el acceso a estos, la hace forzosamente vulnerable. Es en este punto donde la sumisión se hace extremadamente difícil. Donde, por un lado, quieres deshacer todos esos nudos pendientes con otra persona para obtener algo manejable sin incoherencias pero, por otro, no puedes evitar el impulso de reservarte parcelas como refugio seguro en caso de emergencia.
 

 

Y aquí es donde hacen gala de aparición la rebeldía y el desafío, pero no de forma premeditada, sino porque desaprender lo aprendido para sobrevivir en la jungla diaria en la que nos manejamos, e interiorizar un grado de confianza tan alto hacia otra persona, sólo puede darse mediante una espiral de retroalimentación en la que el Dominante va ganándose la confianza de la sumisa demostrándole que no va a utilizar ese privilegio informativo sino de forma constructiva para ambos, y ésta a su vez va entregando poco a poco la llave de sus accesos más recónditos al Dominante. 

Y… ¿cuál sería el camino para conseguir esto? Teniendo en cuenta que a las fórmulas mágicas las suele traicionar el tiempo, y que cada pareja tendrá sus códigos, en líneas muy generales y únicamente a título de conclusión personal, me atrevería a apuntar hacia una fuerte voluntad y equilibrio razón-intuición por parte de la sumisa, y una gran claridad de ideas y firmeza por parte del Dominante que, aunque debe tener una gran empatía para obtener de su sumisa la información que necesita y comprenderla, también debe poseer mucha decisión para que no le tiemble la mano a la hora de erradicar este tipo de comportamientos indómitos, aplicando a menudo medidas que no serán del gusto o la apetencia de la sumisa en ese momento. Pero… ¿no es eso lo que en el fondo quieren los dos, aunque por momentos y sólo aparentemente no sea así? A la larga, esta sucesión de batallas ganadas, aunque en la inmediatez no parezcan victorias dulces, son las que a mi parecer van estableciendo y reforzando el sentimiento de Dominio y sumisión. Las que permiten ir eliminando las aristas para dar paso a formas que puedan adaptarse y fluir, encaminadas siempre hacia el afinamiento de un proyecto común.

 
Como siempre, cualquier petición puede ser válida mientras sea coherente con lo que se ofrece y se pretenda obtener a través de ella.

jueves, 2 de mayo de 2013

Zigzag


                                                          Gustas de correr delante del viento
Caprichos fugaces guían tu ajetreo
Pero cuando cristalizan en tu tacto
Cierras el puño ya no quieres tanteo

Cegado por el placer de adquirir
Despreciando el goce de profundizar
A bocanadas ahogadas exigir
Novedades inagotables brotar

Mas guárdate de asegurar reducto
Acecha el riesgo de morir de sequía
Tanto cántaro al derramamiento
Relegaste en tu frenética cacería

Un día descubrirás desvalido
Que se te ha desangrado el abanico