miércoles, 5 de diciembre de 2012

Derribando rigideces

Hay ocasiones en las que nos empecinamos en llegar a un sitio, y tratamos de orientar todos nuestros esfuerzos hacia la consecución del objetivo propuesto.

Esto no tendría nada de negativo de no ser porque, en algunos casos, la fijación puede ser tal que terminamos por frustrarnos si no vemos el avance anhelado en un tiempo satisfactorio (a menudo, reconozcámoslo, más corto del que cabría esperar con la actitud tan restrictiva que estamos teniendo). 

La peor consecuencia que puede tener esta frustración, y que se da a menudo, en mi caso al menos, es que la tensión derivada de nuestras ansias por querer llegar y ver que no llegamos produzca un bloqueo de nuestros sentidos, de forma tal que al final somos nosotros mismos los que nos cerramos puertas, no siendo capaces de analizar la situación con un foco más amplio que nos permita buscar vías alternativas que den la vuelta al parón en el que nos hayamos dolorosa y, desde nuestro sentir, injustamente atascados. Esto hace que entremos en una espiral descendente de frustración-bloqueo-más frustración-más bloqueo que se alimenta de cantidades ingentes de energía mental y dolor, inútilmente desperdiciados. O  no.

Hasta que un día, ya sea por exceso de “requemazón mental”, por un cambio de aires o por un detalle insignificante que de la forma más inesperada nos hace ver la luz, nos relajamos, conseguimos ver las cosas con otro prisma y decidimos disfrutar del camino, por largo y tortuoso que éste sea. Sin prisas desmesuradas. Sin angustias. Sin que el miedo al fracaso sea más fuerte que nosotros.

Y entonces empiezan a hacerse visibles senderos que antes permanecían ocultos por el exceso de polvo levantado. No sabemos si nos llevarán donde queremos, pero al menos nos brindan la posibilidad de comenzar a andar de nuevo.




Hoy siento que empiezo a enfocar algunas preocupaciones que me traían y traen de cabeza de otra manera. Hace tiempo que una maraña de ansias nocivas enturbiaba mi mente y no me dejaba pensar con claridad, pero hoy puedo afirmar serena que:

He sacado fuerzas para perder el miedo a perderme.

He conseguido relajarme.

He conseguido interiorizar que tengo que dejar que las cosas fluyan.

No puedo afirmar que no volverá a ocurrir, pero por esta vez y espero que por un tiempo, he conseguido salir y siento que un nuevo comienzo tiene lugar. 

Feliz noche a todos.

4 comentarios:

  1. Precioso rinconcito el tuyo, y preciosas palabras las que usas para expresarte...
    Si no tienes inconveniente me iré paseando por aquí ...
    Besines

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es todo un halago por tu parte dana, muchas gracias. Y siendo encima la comentadora number one... doblemente gracias!
      Un beso y pasa cuando quieras, estás en tu casa.

      Eliminar
  2. En el caminar de la vida a veces cuesta ver el horizonte, pero en ningún caso hay que dejar de buscarlo.

    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Completamente de acuerdo efe{LL}, el problema es cuando no sabemos dónde buscar, o nos obsesionamos haciéndolo donde no hay nada... Y al final se intuye el camino, pero hasta que se ve!
      Un saludo y gracias por tu aportación. Vuelve cuando quieras.

      Eliminar